lunes, 9 de noviembre de 2015

Angel Arconada, (por Jaime Alfonso Alonso y Lique) (segunda parte)

Otra obra de Ángel Arconada, creo que se llamaba "La ciudad de las espinas y las rosas" y se desarrollaba en Jerusalén. Ángel tenía ideas diferentes, avanzadas, pero tenía un carácter difícil.

Moisés de las Heras Ovejero (Lique).- Yo estoy muy agradecido a Ángel Arconada porque cuando me he presentado al examen de administrativo, Angel me extractó los 180 temas que tenía en 180 folios, a folio por tema. Aquello me lo aprendí de memoria y así saqué la oposición. Fue gracias a Ángel y a su resumen de los temas que las aprobé.
Agosto 1971, Petición de Mano

Jaime Alfonso.- Yo le veía mucho por aquí, por Talavera, quedábamos como hablábamos, en un bar que había en los bloques de la zona

Angel murió en Talavera. Vivía entre la calle Mesones y Cererias. En la calle baño vivía su madre, pero en los últimos días llegó a vivir en la calle Santo Domingo. Se jubiló como conserje en el colegio de Toledo donde trabajaba. Ángel se conocía todo el teatro griego de memoria e incluso abarcaba muchas otras épocas y géneros teatrales. También era un especialista en Ortega y Gasset y se presentó a un prestigioso premio de por entonces, un premio de ensayo, el Juan March, con un con una obra voluminosa que había escrito. Incluso se vanagloriaba de saber más de Ortega y Gasset que Julián Marías. Yo me leí ese estudio. En efecto, era bastante voluminoso.
Foto Petición de Mano, 2014

(Lique).- Ángel Arconada fue él auténtico director de Petición de Mano. Figuraba Amalio Monzón como director pero en realidad él, que asistió a todos los ensayos, desde el silencio, quien con sus sugerencias y pequeñas apreciaciones realmente llegó a dirigir la obra, aunque no aparecía su nombre en el afiche. Los actores eran Carmina Riaño, interpretando a Natalia Stefanovich y José Luis de los Ríos interpretando al padre. Se llevaron a cabo en los sótanos de la imprenta norte, en la calle del baño.



Amistad entre Ángel Arconada y Amalia Monzón.




Ángel Arconada y Amalio fueron grandes amigos. Aunque una vez se enfadaron. Recuerdo aquel enfado en el Coliseum donde discutieron, tal vez por alguna cuestión teatral, y recuerdo a Ángel señalando la C del logotipo que había en el suelo del Teatro Coliseum, y gritando: "sobre la letra c te lo digo, tú y yo hemos acabado. ¡¡Adiós! Eran salidas que tenía Ángel, con su carácter extravagante, pero luego siguieron siendo amigos.

sábado, 7 de noviembre de 2015

Ángel Arconada, por Jaime Alfonso Alonso. (primera parte)

Teatro Victoria, donde se representó la obra de Arconada
Ángel Araconada es una persona muy importante desde el punto de vista teatral para el Candil. Era un hombre muy excéntrico… vamos, que estaba como una chota. Para el décimo aniversario, el Candil puso una obra suya, la fiesta de la ollas y las copas, una obra a la que los actores denominaban "Los Picapiedra", porque había una escena en las que unos figurantes golpeaban unas piedras en escena. Era una obra de corte griego y con esas piedras hacían ritmo unos muchachos que interpretaban el papel de coro

Desde el punto de vista intelectual, Ángel Arconada aportó mucho al grupo.
Angel era un hombre muy sensible que se enamoraba de inmediato de todo aquello que significa sé evolución, novedad artística, estética.
Uno de los grandes amigos de Ángel Arconada fue Antonio Malonda.
Antonio Malonda tenía estudios teatrales y nos hizo una exhibición mímica. Recuerdo que allá por los años sesenta, realizó una serie de números en el Candil que maravillaron y deslumbraron a Ángel. Cogía un pañuelo, una sábana, de repente la quitaba y la transformaba. Jugaba con pequeños objetos y los convertia en otra cosa, sugería. Fue toda una exhibición de teatro minimalista y de gran imaginación. Recuerdo con simpatía que exclamó, después de aquella demostración de Antonio: "¡ he visto la luz, he visto la luz".
Calle Toro Encohetado, Sede de El Candil

Por aquel entonces estaba de moda Marcel Marceu. Malonda había estado en París y aunque era mecánico de profesión, sin embargo, era un poco de bohemio y se había ganado la vida en las calles de París haciendo mimo. Para Ángel fue como si se le iluminará el cielo. Se hicieron grandes amigos e incluso llegaron a compartir piso durante años. Ambos se fueron a Madrid. Por entonces, hacia el año 62 o 63, pagaban muy bien, no sé si 1000 pesetas por temporada, que para entonces era una barbaridad de dinero. Los ensayos de Ángel Arconada eran de película, montaba unos números impresionantes.